jueves, 10 de abril de 2014

"Bailar en la cueva" de Jorge Drexler




La idea es eternamente nueva 
Cae la noche y nos seguimos juntando a 
Bailar en la cueva 
Bailar, bailar, bailar, bailar 
Bailar, bailar, bailar 

Ir en el ritmo como una nube va en el viento 
No estar en, si no ser el movimiento

De Bailar en la cueva


Drexler se estaba haciendo esperar. Cuatro años después de "Amar la trama" y parecía que el proceso compositivo se había detenido para el connotado cantautor uruguayo. Nada más falso. Además de idear su célebre experimento de la aplicación N con el cual la sacralidad de una canción se extingue por el aporte que cualquiera podría hacerle transformándola en lo que a uno le plazca, no le faltarían proyectos en los que poner a prueba su talento en los cuatro años que nos separan de su último disco. Pero el resultado final de esta espera es una propuesta que plantea la reinvención de por lo menos algunos aspectos de la creación musical tal como la viene haciendo Drexler desde hace dos décadas. 

"Bailar en la cueva", dice la anécdota, parte del hecho de que Drexler no pudiera escuchar su propia música fuera de los ambientes en los que la toca. Ir a un bar o a la discoteca y no poder encontrar que tu música, la que te has propuesto crear para el consumo masivo, la tocan para poder bailarla le resultaba frustrante. Su condición de músico de culto, o quizás la difusión de su material musical reservado para un entorno ciertamente intelectual, parecían dolerle al no haber podido universalizar su discurso para todo humano que lo escuche, en lengua española por lo menos. Pero ahora, deshaciéndose de algunos de los versos y acordes que hacen a su música inconfundible para reinventarse a sí mismo, ocurre que en esta última producción ofrece un resultado del que no podía esperarse sino algo que superara a sus discos anteriores. La valla estaba bastante alta por cierto y lo que se proponía, que la música procediera más de los pies que de la cabeza, incidiendo en el aspecto rítmico y bailable de la creación, lo ha logrado sólo en algunas de las piezas, valgan verdades. Los altibajos son notorios, pero en conjunto es bastante bueno este último disco. Da que pensar que si algún músico de habla española hubiera querido plantearse la ambiciosa tarea de ser escuchado y bailado en ambos lados del Atlántico, no hubiera podido ser otro que Jorge Drexler. Cuando menos lo ha intentado con este disco. La recepción que tenga por los que consumen o consumirán su música de ahora en adelante sólo la conoceremos en los meses que vengan.

Mientras tanto mencionemos algunas de las virtudes de Bailar en la cueva. Las alusiones a la música latinoamericana, como podrá verse, son legión. Las tonadas del recientemente fallecido Simón Díaz -el célebre compositor venezolano- se asoman en La luna de Rasquí, el vallenato y la cumbia colombiana se hacen manifiestas con el aporte de la banda Bomba Estéreo, la aparición magistral de Caetano Veloso en Bolivia, la alusión mencionada por el mismo Drexler a la cumbia peruana con los ritmos de Los Destellos tal como se escucha en El triángulo de las Bermudas, la vertiginosa irrupción de la rapera chilena Ana Tijoux en Universos Paralelos, o el aporte del grupo portorriqueño Calle 13 que expone en Todo cae un cariz discretamente tex-mex, dan buena cuenta de la nutrida presencia de esta vertiente cultural, la latinoamericana, de la que Drexler se siente parte, a pesar de que vive en la otra orilla del Atlántico.

Algunas composiciones son precisas en cuanto a su hechura. El interés por decir algo que hagan del verso algo más que sólo oropel se manifiesta en algunas líneas muy bien construídas que denotan el universo y los intereses del uruguayo. 

Bolivia, por ejemplo, suena a ironía cuando nos recuerda el trato dado a un judío -el abuelo de Drexler- quien, huyendo del holocausto, sólo consigue exiliarse en este país, y muestra la diferencia abismal con la abusiva desconsideración de Europa para con el presidente boliviano hace tan solo un año. Que al hacer el verso Drexler tuvo esto en mente es algo que puede sugerirnos la canción si damos por sentado que el compositor está con los pies bien colocados en el fluir de la historia: "Y el péndulo viene y va /Y vuelve a venir e irse ...Y la noria no demora /En invertir los destinos,/ En refrescar la memoria", nos señala con autoridad Caetano Veloso, mientras el mismo Drexler remata: "Y los caminos de ida/ En caminos de regreso /se transforman, porque eso: /Una puerta giratoria /No más que eso, es la historia." 

La luna de Rasquí, alude a una vieja tonada venezolana, El loco Juan Carabina, de tan grande hondura poética pues reclama para la locura su lugar como hecho liberador del dolor humano. En el poema de Drexler la locura también mitiga el dolor pues, "La pena, que todo lo ve/ con su microscopio /de desasosiego. /La pena, aquí, creo que/¡Tiene un punto ciego!"

Otras composiciones, Esfera, Todo cae, El triángulo de las Bermudas ó Universos Paralelos, remiten al tema del amor en las distintas experiencias con las que se nos presenta durante la vida teniendo  el autor hacia este tema algunas miradas pesimistas u optimistas según sea el caso sin perder de vista el plan original, incidir en el ritmo que no en el mensaje. 

Sin embargo, a pesar que las composiciones de este álbum, a diferencia de los anteriores en los que el gusto por la disonancia en los acordes o la letra de consumada pincelada poética eran notorios, dan paso a los ritmos de procedencia latina, mestiza, se ha quedado sin abordar el amplio continente que la influencia de lo negro ha tenido en el rico crisol de la música de estos lares, vertiente esta de la que habría obtenido sin duda alguna más de una influencia rítmica si Drexler se hubiera animado a explorar en el son, la guaracha, el landó o el candomblé por citar alguno de estos aires afroamericanos. Tal vez sea esta una de las limitaciones que le encontramos al disco, si la pretensión era explorar lo rítmico en la música latinoamericana.

"Los músicos no bailamos/ habrás oído decir" dice a la letra Don de fluir, canción del álbum Eco de 2006. Drexler parece haberse dado cuenta de que ese axioma no funciona a la hora de tener una influencia masiva sobre los gustos musicales. Así que además del disco nos presenta un video del consagrado David Trueba, cineasta español y reciente premio Goya, en el que aparecen tanto Drexler como Trueba, con dos amigos más que el uruguayo tiene en Madrid, sin mayores pretensiones coreográficas,  en el que nos muestran el clip correspondiente a Universos paralelos en el que el cantautor pone el acento sobre lo que espera de su última producción, que sea bailable. La propuesta esta hecha por parte de Drexler, bailaremos sus canciones de ahora en adelante?

Guillermo Ladd










Sin embargo, si nos ponemos a comparar