viernes, 31 de enero de 2014

El bribón de Andrés Soto



Acaba de aparecer, tras treintaitrés años de espera el segundo disco de Andrés Soto, El Bribón. Un esfuerzo que no pretende mucho, tal vez sólo hacernos recordar de la existencia de este connotado compositor que ha continuado creando aunque no volviera al vinilo o, para hablar con los recursos de hoy, al CD hasta ahora, así lo demuestran El membrillito o Al Adalid, canción ésta que ganara alguno de esos célebres concursos de antaño ahora desaparecidos y que eran un incentivo para la composición.

Qué ocurrió con el trovador durante esas tres décadas, tras la muerte de Chabuca Granda en el 83 (su reconocida mentora de quien mostraría luego su arrepentimiento por haber tomado distancia tras un maltrato que ella no pudo perdonarle pues la sorprendió la muerte), tras su peregrinar por la administración pública peruana, de la que sería separado por el fujimorato para luego recibir la "reivindicación" que le hace el gobierno de Toledo al declararlo Patrimonio Cultural  Vivo de la Nación (homenaje dudoso del que Francisco Bendezú, el poeta, es buen ejemplo de cuán irresponsable es el Estado peruano con quienes después abandona: tras dos meses de recibir la misma distinción, moriría en la miseria más completa).


Su historia personal algún día será tema de controversia, pues el hombre al que nunca le faltó para los frijoles por las regalías de El tamalito, merecía un sitio diferente en el Parnaso de nuestros poetas y compositores. No creo que El bribón se lo permita hoy, agotada como ahora suena su voz, a pesar de algunas concesiones que le ha hecho a la vergüenza o a las represalias de quienes dominan el país, al poner sobre la mesa un conflicto social de envergadura mayor como el que expone en una de sus canciones "Camina negro, trabaja". Chabuca ya había advertido en la célebre carta que forma parte de la contracarátula del disco del 81 que el testimonio dado por esta canción, cantada en su último disco con desgarro, confirmaba "lo tan antiguamente silenciado...[pues] la Historia aún no ha calificado la hasta ahora incomprensible injuria de la esclavitud infligida a la raza negra". La letra que es bastante clara dice "... Quién clavó una estaca/quién selló mi suerte/ quién entre nodrizas/ se acostó con su mucama/ madre mía/ y mis hermanas". La mención de este dolor, común a los descendientes de quienes fueron traídos como esclavos a nuestras costas, el que ha tomado más de treinta años atreverse a hacer explícito ante todo un pueblo que esté dispuesto a escuchar, pudo en su momento haber sido materia de represalias, o más aún del más completo desprecio, y aunque el tiempo se ha encargado de adormecerlo, el sentido de la oportunidad le permitió a Soto continuar su carrera de compositor, no publicó su canción sino hasta hoy a pesar de tenerla bajo el brazo más de treinta años. La denuncia finalmente se hizo pública en el disco, pero aunque sepamos que esa cuenta aún no está saldada, con lo ganado por la raza en cuanto a derechos civiles, serviría actualizarla más aún cuando los actores muertos están? Se darían por aludidos los causantes de la humillación, o sus hijos, descendientes de los señores feudales previos a la Reforma Agraria de Velasco Alvarado? Felizmente el clima propicio a la arbitrariedad de los años 50 y 60 en nuestro país se ha moderado, aunque aún exista bajo otros mecanismos de mayor sutileza o de franca crudeza en ocasiones.


Nos queda, no obstante, la canción que es un regalo a la alegría de vivir, aunque uno sea negro o por la condición misma de serlo y es lo que mejor puede disfrutarse en esta producción que nos trae algunos antiguos proyectos suyos como "Negra presuntuosa" ó "Quisiera ser caramelo" transformados en aires más sugerentes por la calidad de las armonías empleadas, provenientes de la impronta jazística u otros más actuales, "Todo el día piensas", "Piel de Leopardo", que demuestran que la vena compositora aún no se agota en Andrés. 

Nuestro único Patrimonio Cultural Vivo Nacional, ha dado señales inequívocas de que aún sigue con vida.

miércoles, 29 de enero de 2014

Miryam Quiñones y los estertores del criollismo limeño




Ha sido grato ver a Miriam Quiñones, más cuajada, con más dominio del escenario y con un encanto para con la multitud que la sencillez de su persona le otorga: los años en Argentina le han permitido aprender y sobre todo tomar contacto con la gente que hace música en América Latina. La experiencia con el cubano Vicente Feliú, le ha permitido avanzar en su carrera: a los 6 discos que ha publicado en años anteriores dedicados a mostrar su versión de las canciones de Chabuca Granda alguno y las de Silvio Rodríguez otro, se anuncia uno que contendría un repertorio de compositores peruanos con motivo de los 50 años del asesinato de Javier Heraud y que se ha hecho en su integridad en Cuba. 

Es este el que nos anuncia con el presente concierto. No ha dudado en escoger a lo mejor del repertorio criollo tanto de antaño como del más contemporáneo: abriendo su presentación con una versión de Nicomedes Santa Cruz de "Aires negros del Perü", nos presentó luego "Muñeca Rota" de Serafina Quinteras y "Hay días como hoy" de Mario Cavagnaro en emotivas versiones de estos dos clásicos del criollismo. No han faltado por otra parte canciones de gran hermosura como "Cariño" de Manuel Acosta Ojeda o "Indio" de Alicia Maguiña así como la canción que Chabuca dedica a Heraud y entre los más modernos Andrés Soto con "Negra presuntuosa" o el "Kiri" Escobar quien presente y convocado al escenario por Miriam interpreta con ella, al alimón, "Agüita de azahar" y "Azúcar de Caña". Y esto que sólo mencionamos a los más conocidos, pues sería injusto no hablar de las versiones que la cantora tiene de José Villalobos, Javier Lazo o Lourdes Carhuas de quienes selecciona sendas canciones de gran factura compositiva.

Sorprende un teatro lleno, el del Centro Cultural El Olivar de San isidro, conmovido por los aires criollos que el eficaz ensemble que le sirve de acompañamiento permitía disfrutar, sazonado con el verbo jocundo del Kiri y acompañado de peruanos vinculados al quehacer musical y social: pudimos ver entre el público a alguno de los compositores, a una de las hijas de Chabuca o al compañero de Heraud en la aventura fatídica de Puerto Maldonado, Alaín Elías. 

Esperemos otras reuniones como la que gloso, el vals criollo así como otras expresiones de la cultura musical peruana, el landó o la nueva canción criolla (que parece llegó tarde) no merecen el olvido del ghetto musical al que están condenadas diversas expresiones musicales que a escala mundial han sido desplazadas por alguna forma mezquina de globalización que tal vez haya impuesto sus condiciones por falta de identificación de los peruanos con sus orígenes. Nuestra música merecía vivir más tiempo. Se me ocurre que nuestra generación, la que siguió a los que la crearon y desarrollaron, no quiso o no pudo continuar esa tradición. Podrá la generación a la que pertenece Miryam hacer algo para que no muera nuestra música, por el hecho simple pero comprometido de cantar en medio de los estertores del criollismo limeño? Su público podrá ampliarse a quienes aún no llegan a los 20?

De su álbum dedicado a Chabuca Granda les traigo "La torre de marfil" http://youtu.be/xqyF4OCyq_s
Y del concierto de ayer, la versión que Miryam tiene de "Hay días como hoy" que he podido subir a Youtube, http://youtu.be/cBROlgpXoo8