jueves, 27 de febrero de 2014

Michael Bloomfield, The Gloaming, Pat Metheny y Beck, lo mejor en música para esta semana

La semana ha sido interesante con respecto a la aparición de varias producciones musicales que tienen en común el sello de la modernidad. Alguna viene de hace 5 décadas y no deja de tener la frescura de sus primeras audiciones, otra proviene de un entorno musical, el céltico, ajeno al que encontramos en  los circuitos comerciales sin dejar de conmovernos y las otras 2 son lo último de consagrados músicos de larga trayectoria. 


Me refiero en primer orden a Michael Bloomfield, del que se ha publicado una magnífica recopilación de su obra guitarrística, la que desarrollara hasta poco antes de su temprana muerte en 1981 acompañando a Bob Dylan o a Joan Baez, o como parte de sendos grupos de blues, The Paul Butterfield Blues Band ó Electric Flag así como otras experiencias de las que rinde cuentas una pequeña biografía aparecida en Rolling Stones y que puede verse aquí.
Tres CD y un DVD forman la respetable antología "From his head to his heart to his hands" que Columbia Records-Legacy/Sony Music ha publicado esta semana. En este soporte puede apreciarse alguna super-sesión de blues con otro grande de ese género, Al Kooper, así como algunas muestras inéditas de su gran talento. Quien quiera disfrutarlo por completo puede bajárselo de este sitio. Habrá que tener cierta dosis de sangre negra pues Bloomfield le da al blues y al soul con el sentimiento de un músico de esa raza.


The Gloaming, ha publicado un disco con el mismo nombre de la banda, si puede llamársele así a un ensemble que toca música celta. Procedentes de Irlanda son tres de sus miembros, el maestro violinista Martin Hayes, el cantante sean-nós ("a la manera antigua") Iaria Ó Lionáird y el innovador del handanger Caoimhin Ó Raghallaigh, quienes reciben el apoyo de dos músicos de la escena norteamericana, el guitarrista Dennis Cahill y el conocido pianista neoyorquino Thomas Bartlet, más conocido como Doveman. Cada uno de ellos ha desarrollado su propia carrera musical y una feliz situación ha permitido su sociedad, de la que ambas vertientes -europea y americana- se han alimentado maravillosamente. 
Como se menciona en el blog Bower & Wilkins en su comentario al disco The Gloaming, éste, aunque cargado de tradición irlandesa, introduce profundos pozos de personalidad y experiencia. Las letras proceden de la literatura de la Isla Esmeralda (Irlanda) tanto de la antigua como de la moderna. La música es interpretada con la autoridad que sólo tienen los virtuosos y el resultado no se ve opacado por un exceso de sentimentalismo, por el contrario es nostálgica pero emocionalmente cargada. Suena antigua sin ser una simple reproducción. Pero basta de palabras, los músicos han sido generosos y a quien quiera escucharlos les regala un EP que puede bajarse desde este link. La experiencia no será nunca completa si no nos animamos a verlos tocar y cantar en una presentación en vivo, que aunque date del 2012 muestra la interpretación tal como se escucha en este hermoso CD. Puede apreciarse su obra en esta entrada de Youtube que tiene tres muestras de su enorme talento: Samhrahd, samhrad, The sailors bonnet y Saoirse. Ciertamente uno no puede ir por el mundo sin haber escuchado esta música, que estando tan ligada al folklore de un país determinado tiene un impacto emocional universal.



Los amantes del jazz fusion que ha venido realizando en estos últimos años Pat Metheny estarían dichosos de encontrarse con el último álbum de este guitarrista americano, Kin. Cuarenta años de carrera artística que se ha desplazado desde un jazz clásico con notorias influencias del post bop y de John Coltrane, para recalar en lo que fuera inicialmente un cuarteto, el Pat Metheny Unity Group, compuesto además por el saxofonista Chris Potter, el contrabajista Ben Williams y el baterista Antonio Sánchez, a quienes luego se les une el pianista Giulio Carmassi. En este disco, como menciona la comentarista de Le Monde, Sylvain Siclier, el Unity Group parte de una valorización de la línea melódica, apartándose de las grandes complejidades de escritura musical que Metheny podría haber propuesto en otros contextos musicales. Lo bueno es que funciona. Si desean apreciarlo pueden seguir este hilo para poder disfrutarlo en toda su magnitud.


Finalmente, el conocido músico norteamericano, Beck Hansen (o simplemente Beck), ha publicado su duodécima producción Morning Phases, calientita, pues ha aparecido el pasado 21 a través de su nuevo sello, Capital Records. El mercadeo de la misma la llama "compañera" del álbum del 2002 Sea Change, y se "remonta a las impresionantes canciones, armonías, artesanías y sorprendente efecto emocional de ese registro, levantándose adelante con un optimismo contagioso". Tal vez esa mención al compañerismo derive del hecho de que los mismos músicos que lo respaldaron en la grabación de Sea Change son los que lo acompañan en esta nueva empresa.
La aclamación de los críticos ha sido unánime. En Metacritic, el álbum ha merecido una calificación de 84 sobre 100, afirmando que Morning Phase ha recibido una "aclamación universal", Andy Gill de The Independent menciona que el álbum "es un viaje profundamente satisfactorio, la tristeza templada por la calidez y belleza de la configuración y la determinación suave de la resolución...Un álbum más sabio y menos indulgente". Bella Todd de la prestigiosa Time Out, le da un quince de nota, pero asegura que Morning Phase es cálida, expansiva, de rica textura y pletórica de brillantes ecos vocales, que hacen a este álbum de Beck un digno sucesor espiritual de Sea Change. Quien desee apreciarlo en su integridad pueden encontrarlo en este sitio del cual puede bajarse gratuitamente , asimismo puede apreciarse una muestra de Wave, una de las canciones del disco, en este lugar en Youtube.

Sin más que decir, espero que la selección que les traigo pueda resultar agradable. Yo, en particular he disfrutado mucho The Gloaming y Morning Phase. Me parecen lo mejor de lo aparecido últimamente a escala global en lo que a música se refiere.

domingo, 16 de febrero de 2014

"El Vientre", última película de Daniel Rodríguez.

                                         

El año comienza bien para el cine nacional. El vientre, segundo largometraje del peruano Daniel Rodríguez (el primero fue "El acuarelista" del 2008), viene precedida por el lauro obtenido en el Concurso Nacional de Proyectos de Postproducción de Obras de Largometraje 2013 en la categoría de Ficción y se está propagandizando como la primera cinta peruana que aborda el género del suspense, empleando el circuito comercial en toda la potencialidad que éste puede dar en vista de que 72 salas la han estrenado simultáneamente a nivel nacional. 

La cinta, de un argumento sólo en apariencia sencillo, expone, mediante el recurso a una sola locación, un caserón de antigua alcurnia en Chosica, en la que transcurre lo más trascendente de la acción, la opresión que asfixia al personaje de Mercedes (Mayella Lloclla), mientras que la economía en actores pretende situar al espectador en el centro del conflicto entre las dos mujeres que viven en esta casa, una presa de la otra, excluyendo lo secundario, la participación masculina, en vista de que los hombres en esta película o son asesinados o son tontos útiles para los designios que Silvia (Vanessa Saba) ha planeado con antelación. 

Silvia, quién ha dado hospitalidad a un mochilero, Jaime (Manuel Gold), al que le han robado todas sus pertenencias, va en busca de una mujer que sirva para los fines que trama, fingiendo necesitar a una empleada doméstica, siendo los designios que busca expresión de una alucinada maldad. 

Así, las primeras tomas en el camal, con toda su carga visual, sugerirán cómo ha de resolverse la discordia entre estas dos mujeres. Por cierto, este lugar extraño para buscar a alguien que ha de cumplir un propósito de gran importancia para Silvia, nos parece una concesión al guión, en vista de que la notoria diferencia física entre patrona y sirvienta, tendría que producir una vuelta de tuerca a ser resuelta recurriendo a alguien que fuera diestra en el empleo de armas empleadas para degollar cerdos. Sin este recurso el guión se caería por completo, no obstante, permite darle desde este inicio la médula que tendrá la película: la cosificación de un ser humano por otro, revelando los aspectos macabros que puede tener un hecho de apariencia benigna, la maternidad.

Una vez dentro de esta casa, que será la prisión de Mercedes mientras dure el embarazo que Silvia ha tramado con sutileza, su destino se encuentra prefigurado por la jaula dorada que se nos presenta en el zaguán con todo su infame simbolismo. La cuna dorada es también otro elemento alrededor del cual se elabora el discurso enajenado de Silvia hacia Mercedes, cuando separadas por aquella le refiere la historia del gato maceta, y de lo bueno que sería que ella, Mercedes, careciera de brazos y piernas y que sólo fuera lo que se espera que sea, una incubadora, un vientre, en el que se gesta el hijo que luego le será arrebatado.

El ambiente paranoico, representado por el recurso a las innumerables llaves que tiene la casa, las miradas furtivas a través de los ojos de las cerraduras o los visillos, el mausoleo del esposo ginecólogo -aparentemente asesinado por Silvia luego de que este la forzara a abortar y ligar en contra de su voluntad- ubicado dentro de la misma casa, el empleo de un crucifijo como arma, las sonatas que Silvia interpreta al piano para llenar el vacío que la agobia, han de sugerir la tragedia que se aproxima,  de la que para salvarse Mercedes logra escapar sin saber a donde ir, recalando casualmente en la comisaría donde cree poder encontrar ayuda. 

Esta escena, la de la comisaría, resulta vital para entender lo que se encuentra en juego, no sólo un conflicto psicológico, sino uno también racial y clasista. Una mujer blanca, limeña, patrona, la señorial Silvia, se presenta ante la policía fingiendo estar preocupada por la integridad de Mercedes, mestiza, provinciana y sirvienta, quien la acusa de secuestrarla para luego de parir apropiarse del hijo que lleva en su vientre. Que haría la policía peruana en un caso así? La escena nos muestra la brutalidad de las relaciones clasistas, de sus sustentos raciales así como el papel del estado, representado por estos policías que confían en el valor que tiene el color de la piel en la mediación de los desequilibrios sociales. No le creen una palabra a Mercedes y la condenan a volver a la casa-prisión hasta que se produzca el desenlace final que preferiremos no contar para no quitarle interés a la película.

Algunas escenas son dignas de destacar por lo impactante de su fuerza visual o de lo que se insinúa con un mínimo de recursos: el regalo de unos sostenes que Silvia obliga a probarse ante la ventana abierta para inducir en Jaime el interés sexual por Mercedes, la canción de cuna que canta Silvia ante unas ropas de bebé dispuestas en la cuna vacía, el asesinato del tío de Jaime que denota un excelente encuadre de tono minimalista, pero sobre todo la escena culminante en la que Mercedes, quién se despoja de todo resabio humano, rompe una imagen de la Virgen María, premunida de su animalidad el enfrentamiento final con Silvia, cuando la sorprende el trabajo de parto, quitándole la posibilidad de luchar, mientras quiere parir y no parir a la vez ante su rival, quien está ayudándola a tener a su hijo, pues sabemos que esto no es desinteresado.

La resolución, predecible desde el comienzo, le quita fuerza argumental a la trama. De manera similar el sino que encuentra Silvia parece forzado en alguien que ha sabido hasta ese momento manipular la realidad en su favor, siendo que ver al recién nacido la hace olvidar la necesidad de defenderse. Viendo la película nos viene a la memoria una de Polanski, de parecida temática, Rosemary's Baby, en la que la resolución es magistral en cuanto a su ambivalencia, y en la que el cuchillo, como símbolo, aparece insinuando la posibilidad de que Rosemary elimine a su hijo, el hijo del diablo. Siendo que el propio director ha asumido a esta película como referente, tal vez un poco más de inventividad hubiera ayudado a darle un final de mayores sugerencias que las que guionista y director nos han ofrecido. No obstante, los méritos que se han mencionado son suficientes para augurarle un éxito de taquilla a esta muy buena producción nacional.

martes, 11 de febrero de 2014

El gringo Bill está buscando el ayahuasca en el Perú. A cien años del nacimiento de William Burroughs.



                          

"Nada es verdad. Todo está permitido"
William Burroughs

Love? What is it? 
Most natural pain-killer what there is. 
LOVE
Agosto 1, 1997
William S. Burroughs
(Última entrada del diario de Burroughs antes de su muerte)

La existencia de un hombre podría quizás resumirse en cómo dejar de sufrir el dolor insoportable de seguir viviendo? No es este un oxímoron tal vez de poca altura poética por ser parte de un tópico recurrente de alguna poesía de pretensiones universales? Sin embargo, si nos detenemos a reflexionar en la vida que llevó William Burroughs podría condensarse sus aspiraciones todas en las líneas que escribiera en su diario días antes de morir, como un ansia por liberarse del dolor provocado sobre él o causado por él mismo, por encontrar el ungüento final que reconfortara lo que había tenido que soportar. Mas en sus últimos años, agotadas las posibilidades del amor homosexual, o las de reconciliarse con su único hijo muerto, extrañado de él tal vez por la distancia a la que lo obligó a angostar pareciéndose cada vez más a él, al yonqui que fue en su juventud y que le abrió las puertas de la fama literaria, con los recuerdos dolorosos de la absurdo asesinato que propinara a Joan Vollmer, su esposa y la posterior huída hacia los infiernos de la dependencia a la heroína, sólo le quedaba el reconocimiento -que le pareció siempre ajeno- de ser considerado padre del punk o padrino de los grunge, a él que había desestimado incluso la atribución que se le daba de haber alentado el nacimiento de la Generación Beat de la postguerra, crisol que tuviera a Jack Kerouac o a Allen Ginsberg como sus máximos popes.

El pasado 5 de Febrero se cumplió el centenario de su nacimiento y el mundo cultural no ha sido avaro en cuanto a recordarlo. Como ejemplo, en Bloomington, Indiana, este mes se ha organizado un festival recordando al creador de "El Almuerzo Desnudo", con la idea -según sus proponentes- de llegar a buen término con un escritor cuyo vasta obra ha sido ensombrecida por una mitología personal, cargada de malditismo, que obscurece su producción. Y no seguimos hablando de los diversos homenajes que se vienen llevando a lo ancho del planeta en su memoria. 

Pero no llama la atención que en nuestro país la noticia pasara desapercibida siendo Perú y particularmente Lima, lugares obligado de referencia para entender su arte, pues poco se ha hecho entre nosotros por entender la peculiar impronta que dejó nuestro país en el escritor norteamericano, la natural incuria estatal será para algunos la inmediata explicación. Así que nos animaremos a un pequeño esfuerzo esclarecedor. 

Obra fundamental para entender que pasó durante su estancia por estos lares es "The yage letters", cartas que cruzaran entre sí Burroughs y Ginsberg en 1953, tras la huída que el primero tuvo que hacer de México, en donde accidentalmente había asesinado a su esposa, parodiando a Guillermo Tell. En esta novela epistolar Burroughs relata su estancia en Lima o Pucallpa en su búsqueda febril por alcanzar las cúspides alucinógenas que el ayahuasca le depara a sus usuarios. Nos queda clara la intención tras conocer de su dependencia a la heroína: lejano de un interés meramente hedonista, buscaba -como otros experimentadores de la época- expandir la conciencia y entender el centro de su humanidad con recursos no racionales, que ya la racionalidad había dado muestras de su fracaso tras las dos guerras mundiales, para los intelectuales más lúcidos de su generación. 

El viaje por Sudamérica y su decepción con lo que vio en México, Panamá, Colombia o Perú dará pie en sus escritos posteriores a lo que denominaría las Interzonas, espacios donde la deshumanización se da entre espacios supuestamente racionales de los que no obstante hace una crítica implacable, descorazonado como podía estar en quién había encontrado como urgencia ética denunciar la insustancialidad de la razón en Occidente. Las addendas que añadió en 1960 y 1963 a "The yage letters" permitirían expandir su visión de la literatura: las rutinas o farsas, la primera de las cuales tuvo durante un extraño sueño en el que el presidente Roosevelt inicia un gobierno marcado por la obscena expresión del poder del que se mofa mediante el empleo de un mandril que sodomiza a sus ministros; el empleo del cut-up, técnica literaria que sugerida en la pintura por su amigo Brion Gysin, liquidaba el lenguaje y por extensión a la novela alcanzando su cota más alta en El Almuerzo Desnudo, que la leyenda cuenta escribió durante el peor momento de su adicción a la heroína pero que ciertamente fuera la aplicación de esta técnica al discurso narrativo, al emplear el collage en la literatura, mezclando los párrafos originales entre sí dándole un sentido radicalmente distinto al originalmente escrito.

En la carta final de esta serie epistolar le recomienda a Ginsberg, quien había emprendido el mismo viaje de Burroughs en busca del ayahuasca: "Escúchame ahora. Coge esta carta. Recorta las líneas. Reordénalas colocando la sección uno junto a la sección tres y la sección dos junto a la sección cuatro. Luego léelas en voz alta y oirás Mi Voz. ¿La voz de quién? Escucha. Recorta y reordena siguiendo cualquier combinación. Lee en voz alta. No puedo por menos que oírte. No lo pienses. No teorices. Pruébalo. Haz lo mismo con tus poemas. Con cualquier poema, cualquier prosa. Pruébalo. Quieres "Ayuda". Aquí la tienes. Sigue a partir de aquí. Y recuerda siempre: "Nada es verdad. Todo está permitido".

Su propuesta ética, desmontar el lenguaje, que como infección viral, contamina la mente de los seres humanos, se hará más clara en sus posteriores novelas, aunque lo hagan asimismo un escritor de difícil lectura. El propósito es advertirnos de evitar la trampa que el lenguaje crea al género humano al consolidarse en ideologías que no dejarán de ser perniciosas al impedirnos entender la realidad, la que no se nos puede mostrar a través del lenguaje, sino de una aprehensión que será, en su entender, siempre irracional, de allí a buscar la desestructuración del principal baluarte de la literatura burguesa, la novela. 

Burroughs, como Peter Schjeldahl nos lo menciona en un reciente artículo de The New Yorker, nos deja cuando hemos leído lo suficiente de él "un flanco de nuestra imaginación sobre las posibilidades humanas que estará cubierto para bien o para mal".

Guillermo Ladd


domingo, 2 de febrero de 2014

Carlitos, el vagabundo, la construcción de un personaje

Se cumplen hoy cien años de la aparición de Charles Chaplin en el cine. "Making a living" su primera película con la Keystone Studios (ver http://youtu.be/7LoLw4TJKdU), bajo la dirección de Mack Sennet, sólo insinúa la aparición posterior de Carlitos, el vagabundo, el personaje que hiciera inmortal a Chaplin y que constituye un ícono cultural. Sin embargo, sólo la caña y la falsa camisa es lo único que permite identificarlo con su posterior creación, puesto que las características psicológicas de este primer personaje son antitéticas con las del vagabundo: inescrupuloso, vividor y taimado está a un abismo de distancia del personaje que a pulso, paulatinamente, irá creando hasta hacerlo aparecer en toda su humanidad en el primer largo metraje que realizara ya como director de cine a los 32 años, The Kid (1921), para condenarlo a morir tras la irrupción del cine sonoro luego de "The Great Dictator" (1940).

La creación de este personaje de tanta influencia en el cine merece nuestra atención desde un punto de vista cultural: la identificación entre el vagabundo y la humanidad y las posibilidades de incorporar su discurso ideológico dentro del que requiere el hombre contemporáneo para conseguir hacer conscientes sus limitaciones de clase o los mecanismos y naturaleza de la alienación entre los seres humanos, bajo todas las formas en las que ésta puede darse, son razón suficiente para que no pueda ignorarse su legado.  Todo aquello que produce en el personaje su acondicionamiento a la miseria, el hambre, el racismo o a la imposibilidad de amar y que Chaplin expone se debe a la existencia de un aparato coercitivo o de un entramado ideológico que lo sustenta, ha de ser enfrentado con la única arma que posee el vagabundo, los sentimientos que caracterizan al ser humano, inicialmente a través del recurso al burdo slapstick y luego con el refinado recurso a la ironía, a la exposición burlesca de sus propias limitaciones, a la exposición de sus sufrimientos sin el mínimo de conmiseración hacia sí mismo. Es conocida su rotunda afirmación al respecto del espíritu de ridiculizar lo trágico de la existencia humana que lo lleva a asumir que "deberíamos reírnos ante nuestra desesperanza contra las fuerzas de la naturaleza...o volvernos locos".

                           

Carlitos, el personaje, aparece de repente, como lo menciona Chaplin en su Autobiografía: 

"Quería que todo en él fuera una contradicción: los pantalones bolsudos, la chaqueta       estrecha, el sombrero pequeño y los grandes zapatos...Le añadí un pequeño mostacho, el cual asumí le añadiría edad sin ocultar mi expresión. No tenía idea del personaje.Pero en el momento en que me encontraba ya ataviado, los vestidos y el maquillaje me hicieron sentir a la persona que él era. Comencé a conocerlo, y en el momento en que subía a escena había nacido por completo"

                          



Probablemente su método fílmico, que mantuvo celosamente en reserva y que fuera revelado hacia los 80 en un documental, Unknown Chaplin, efectuado por K. Browlow y D. Gill, explique tanto la aparición progresiva de las características psicológicas del personaje, como la posterior desaparición que comienza en la etapa que sigue a la filmación de "The Great Dictator" en la que abjura del cine mudo presionado por la realidad del cine de entonces. Como se sabe Chaplin no se basó nunca para la filmación de sus obras previas en un guión, así que durante el proceso de filmación iban apareciendo la historia y el personaje simultáneamente. Su riguroso perfeccionismo lo obligaría a plantearse con insistencia la naturaleza del vagabundo y su historia. El manejo de todos y cada uno de los aspectos de la elaboración del filme, que lo llevan hasta ser el creador de sus bandas sonoras, parece haber sido otro elemento que favoreció la creación de este personaje. La aparición del cine sonoro, la necesidad de ajustarse por tanto a un guión, dejando la pantomima de lado, harían que el personaje se viera obligado a desaparecer. Nunca más Chaplin pudo llegar, a las alturas a las que había arribado con el vagabundo.

Roland Barthes, en Mitologías, se refiere al rostro de Greta Garbo, tal como aparece en "Reina Cristina", que asemeja al rostro peculiarmente cinemático del vagabundo. Afirma: " ese rostro no dibujado sino más bien esculpido en la lisura y lo frágil, es decir, perfecto y efímero a la vez, incorpora la cara harinosa de Chaplin..., su rostro de tótem". Resulta interesante la significación del personaje, que lo hace reconocible de inmediato, a través del rostro y la indumentaria, aun para la generación actual que no tiene acceso a sus filmes, puesto que ya no pueden ser vistos en el cine ni en la televisión, sino a través de internet o del DVD. Sin embargo, la asimilación visual del personaje con las características personales que lo caracterizan probablemente resulte poco evidente, en vista de que el personaje sólo es entendible cuando se ve la metamorfosis que lo hace concretarse a través de los más de 20 años que vive en el écran.    

Recurriremos nuevamente a Barthes para explicarnos la naturaleza del vagabundo y su importancia para la elaboración de un discurso ideológico alternativo al dominante. En el artículo El Pobre y el Proletario de Mitologías, Barthes recuerda la importancia de Tiempos Modernos (1936) en el que Chaplin roza sin cesar el tema proletario, aunque no lo asume políticamente, "nos ofrece un proletario aún ciego y mistificado, definido por la naturaleza inmediata de sus necesidades y su alienación total en manos de sus amos (patrones y policías)... Carlitos representa, más o menos, al obrero de la restauración, al peón que se revela contra la máquina, desamparado por la huelga, fascinado por el problema del pan, pero aún incapaz de acceder al conocimiento de las causas políticas y a la exigencia de una estrategia colectiva. Pero justamente, porque Carlitos aparece como un proletario torpe, todavía exterior a la revolución, su fuerza representativa es inmensa. Ninguna obra socialista ha llegado todavía a expresar la condición humillada del trabajador con tanta violencia y generosidad...". La victoria moral que consigue el vagabundo en los filmes que nos permiten ver su evolución, una concesión al anarquismo o al individualismo, aunque resulten objetables desde un punto de vista político, para Barthes quizás "represente en arte la forma más eficaz de la revolución", punto de vista del que es imposible disentir.

Guillermo Ladd