martes, 11 de febrero de 2014

El gringo Bill está buscando el ayahuasca en el Perú. A cien años del nacimiento de William Burroughs.



                          

"Nada es verdad. Todo está permitido"
William Burroughs

Love? What is it? 
Most natural pain-killer what there is. 
LOVE
Agosto 1, 1997
William S. Burroughs
(Última entrada del diario de Burroughs antes de su muerte)

La existencia de un hombre podría quizás resumirse en cómo dejar de sufrir el dolor insoportable de seguir viviendo? No es este un oxímoron tal vez de poca altura poética por ser parte de un tópico recurrente de alguna poesía de pretensiones universales? Sin embargo, si nos detenemos a reflexionar en la vida que llevó William Burroughs podría condensarse sus aspiraciones todas en las líneas que escribiera en su diario días antes de morir, como un ansia por liberarse del dolor provocado sobre él o causado por él mismo, por encontrar el ungüento final que reconfortara lo que había tenido que soportar. Mas en sus últimos años, agotadas las posibilidades del amor homosexual, o las de reconciliarse con su único hijo muerto, extrañado de él tal vez por la distancia a la que lo obligó a angostar pareciéndose cada vez más a él, al yonqui que fue en su juventud y que le abrió las puertas de la fama literaria, con los recuerdos dolorosos de la absurdo asesinato que propinara a Joan Vollmer, su esposa y la posterior huída hacia los infiernos de la dependencia a la heroína, sólo le quedaba el reconocimiento -que le pareció siempre ajeno- de ser considerado padre del punk o padrino de los grunge, a él que había desestimado incluso la atribución que se le daba de haber alentado el nacimiento de la Generación Beat de la postguerra, crisol que tuviera a Jack Kerouac o a Allen Ginsberg como sus máximos popes.

El pasado 5 de Febrero se cumplió el centenario de su nacimiento y el mundo cultural no ha sido avaro en cuanto a recordarlo. Como ejemplo, en Bloomington, Indiana, este mes se ha organizado un festival recordando al creador de "El Almuerzo Desnudo", con la idea -según sus proponentes- de llegar a buen término con un escritor cuyo vasta obra ha sido ensombrecida por una mitología personal, cargada de malditismo, que obscurece su producción. Y no seguimos hablando de los diversos homenajes que se vienen llevando a lo ancho del planeta en su memoria. 

Pero no llama la atención que en nuestro país la noticia pasara desapercibida siendo Perú y particularmente Lima, lugares obligado de referencia para entender su arte, pues poco se ha hecho entre nosotros por entender la peculiar impronta que dejó nuestro país en el escritor norteamericano, la natural incuria estatal será para algunos la inmediata explicación. Así que nos animaremos a un pequeño esfuerzo esclarecedor. 

Obra fundamental para entender que pasó durante su estancia por estos lares es "The yage letters", cartas que cruzaran entre sí Burroughs y Ginsberg en 1953, tras la huída que el primero tuvo que hacer de México, en donde accidentalmente había asesinado a su esposa, parodiando a Guillermo Tell. En esta novela epistolar Burroughs relata su estancia en Lima o Pucallpa en su búsqueda febril por alcanzar las cúspides alucinógenas que el ayahuasca le depara a sus usuarios. Nos queda clara la intención tras conocer de su dependencia a la heroína: lejano de un interés meramente hedonista, buscaba -como otros experimentadores de la época- expandir la conciencia y entender el centro de su humanidad con recursos no racionales, que ya la racionalidad había dado muestras de su fracaso tras las dos guerras mundiales, para los intelectuales más lúcidos de su generación. 

El viaje por Sudamérica y su decepción con lo que vio en México, Panamá, Colombia o Perú dará pie en sus escritos posteriores a lo que denominaría las Interzonas, espacios donde la deshumanización se da entre espacios supuestamente racionales de los que no obstante hace una crítica implacable, descorazonado como podía estar en quién había encontrado como urgencia ética denunciar la insustancialidad de la razón en Occidente. Las addendas que añadió en 1960 y 1963 a "The yage letters" permitirían expandir su visión de la literatura: las rutinas o farsas, la primera de las cuales tuvo durante un extraño sueño en el que el presidente Roosevelt inicia un gobierno marcado por la obscena expresión del poder del que se mofa mediante el empleo de un mandril que sodomiza a sus ministros; el empleo del cut-up, técnica literaria que sugerida en la pintura por su amigo Brion Gysin, liquidaba el lenguaje y por extensión a la novela alcanzando su cota más alta en El Almuerzo Desnudo, que la leyenda cuenta escribió durante el peor momento de su adicción a la heroína pero que ciertamente fuera la aplicación de esta técnica al discurso narrativo, al emplear el collage en la literatura, mezclando los párrafos originales entre sí dándole un sentido radicalmente distinto al originalmente escrito.

En la carta final de esta serie epistolar le recomienda a Ginsberg, quien había emprendido el mismo viaje de Burroughs en busca del ayahuasca: "Escúchame ahora. Coge esta carta. Recorta las líneas. Reordénalas colocando la sección uno junto a la sección tres y la sección dos junto a la sección cuatro. Luego léelas en voz alta y oirás Mi Voz. ¿La voz de quién? Escucha. Recorta y reordena siguiendo cualquier combinación. Lee en voz alta. No puedo por menos que oírte. No lo pienses. No teorices. Pruébalo. Haz lo mismo con tus poemas. Con cualquier poema, cualquier prosa. Pruébalo. Quieres "Ayuda". Aquí la tienes. Sigue a partir de aquí. Y recuerda siempre: "Nada es verdad. Todo está permitido".

Su propuesta ética, desmontar el lenguaje, que como infección viral, contamina la mente de los seres humanos, se hará más clara en sus posteriores novelas, aunque lo hagan asimismo un escritor de difícil lectura. El propósito es advertirnos de evitar la trampa que el lenguaje crea al género humano al consolidarse en ideologías que no dejarán de ser perniciosas al impedirnos entender la realidad, la que no se nos puede mostrar a través del lenguaje, sino de una aprehensión que será, en su entender, siempre irracional, de allí a buscar la desestructuración del principal baluarte de la literatura burguesa, la novela. 

Burroughs, como Peter Schjeldahl nos lo menciona en un reciente artículo de The New Yorker, nos deja cuando hemos leído lo suficiente de él "un flanco de nuestra imaginación sobre las posibilidades humanas que estará cubierto para bien o para mal".

Guillermo Ladd


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