El año comienza bien para el cine nacional. El vientre, segundo largometraje del peruano Daniel Rodríguez (el primero fue "El acuarelista" del 2008), viene precedida por el lauro obtenido en el Concurso Nacional de Proyectos de Postproducción de Obras de Largometraje 2013 en la categoría de Ficción y se está propagandizando como la primera cinta peruana que aborda el género del suspense, empleando el circuito comercial en toda la potencialidad que éste puede dar en vista de que 72 salas la han estrenado simultáneamente a nivel nacional.
La cinta, de un argumento sólo en apariencia sencillo, expone, mediante el recurso a una sola locación, un caserón de antigua alcurnia en Chosica, en la que transcurre lo más trascendente de la acción, la opresión que asfixia al personaje de Mercedes (Mayella Lloclla), mientras que la economía en actores pretende situar al espectador en el centro del conflicto entre las dos mujeres que viven en esta casa, una presa de la otra, excluyendo lo secundario, la participación masculina, en vista de que los hombres en esta película o son asesinados o son tontos útiles para los designios que Silvia (Vanessa Saba) ha planeado con antelación.
Silvia, quién ha dado hospitalidad a un mochilero, Jaime (Manuel Gold), al que le han robado todas sus pertenencias, va en busca de una mujer que sirva para los fines que trama, fingiendo necesitar a una empleada doméstica, siendo los designios que busca expresión de una alucinada maldad.
Así, las primeras tomas en el camal, con toda su carga visual, sugerirán cómo ha de resolverse la discordia entre estas dos mujeres. Por cierto, este lugar extraño para buscar a alguien que ha de cumplir un propósito de gran importancia para Silvia, nos parece una concesión al guión, en vista de que la notoria diferencia física entre patrona y sirvienta, tendría que producir una vuelta de tuerca a ser resuelta recurriendo a alguien que fuera diestra en el empleo de armas empleadas para degollar cerdos. Sin este recurso el guión se caería por completo, no obstante, permite darle desde este inicio la médula que tendrá la película: la cosificación de un ser humano por otro, revelando los aspectos macabros que puede tener un hecho de apariencia benigna, la maternidad.
Una vez dentro de esta casa, que será la prisión de Mercedes mientras dure el embarazo que Silvia ha tramado con sutileza, su destino se encuentra prefigurado por la jaula dorada que se nos presenta en el zaguán con todo su infame simbolismo. La cuna dorada es también otro elemento alrededor del cual se elabora el discurso enajenado de Silvia hacia Mercedes, cuando separadas por aquella le refiere la historia del gato maceta, y de lo bueno que sería que ella, Mercedes, careciera de brazos y piernas y que sólo fuera lo que se espera que sea, una incubadora, un vientre, en el que se gesta el hijo que luego le será arrebatado.
El ambiente paranoico, representado por el recurso a las innumerables llaves que tiene la casa, las miradas furtivas a través de los ojos de las cerraduras o los visillos, el mausoleo del esposo ginecólogo -aparentemente asesinado por Silvia luego de que este la forzara a abortar y ligar en contra de su voluntad- ubicado dentro de la misma casa, el empleo de un crucifijo como arma, las sonatas que Silvia interpreta al piano para llenar el vacío que la agobia, han de sugerir la tragedia que se aproxima, de la que para salvarse Mercedes logra escapar sin saber a donde ir, recalando casualmente en la comisaría donde cree poder encontrar ayuda.
Esta escena, la de la comisaría, resulta vital para entender lo que se encuentra en juego, no sólo un conflicto psicológico, sino uno también racial y clasista. Una mujer blanca, limeña, patrona, la señorial Silvia, se presenta ante la policía fingiendo estar preocupada por la integridad de Mercedes, mestiza, provinciana y sirvienta, quien la acusa de secuestrarla para luego de parir apropiarse del hijo que lleva en su vientre. Que haría la policía peruana en un caso así? La escena nos muestra la brutalidad de las relaciones clasistas, de sus sustentos raciales así como el papel del estado, representado por estos policías que confían en el valor que tiene el color de la piel en la mediación de los desequilibrios sociales. No le creen una palabra a Mercedes y la condenan a volver a la casa-prisión hasta que se produzca el desenlace final que preferiremos no contar para no quitarle interés a la película.
Algunas escenas son dignas de destacar por lo impactante de su fuerza visual o de lo que se insinúa con un mínimo de recursos: el regalo de unos sostenes que Silvia obliga a probarse ante la ventana abierta para inducir en Jaime el interés sexual por Mercedes, la canción de cuna que canta Silvia ante unas ropas de bebé dispuestas en la cuna vacía, el asesinato del tío de Jaime que denota un excelente encuadre de tono minimalista, pero sobre todo la escena culminante en la que Mercedes, quién se despoja de todo resabio humano, rompe una imagen de la Virgen María, premunida de su animalidad el enfrentamiento final con Silvia, cuando la sorprende el trabajo de parto, quitándole la posibilidad de luchar, mientras quiere parir y no parir a la vez ante su rival, quien está ayudándola a tener a su hijo, pues sabemos que esto no es desinteresado.
La resolución, predecible desde el comienzo, le quita fuerza argumental a la trama. De manera similar el sino que encuentra Silvia parece forzado en alguien que ha sabido hasta ese momento manipular la realidad en su favor, siendo que ver al recién nacido la hace olvidar la necesidad de defenderse. Viendo la película nos viene a la memoria una de Polanski, de parecida temática, Rosemary's Baby, en la que la resolución es magistral en cuanto a su ambivalencia, y en la que el cuchillo, como símbolo, aparece insinuando la posibilidad de que Rosemary elimine a su hijo, el hijo del diablo. Siendo que el propio director ha asumido a esta película como referente, tal vez un poco más de inventividad hubiera ayudado a darle un final de mayores sugerencias que las que guionista y director nos han ofrecido. No obstante, los méritos que se han mencionado son suficientes para augurarle un éxito de taquilla a esta muy buena producción nacional.
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